lunes, 5 de mayo de 2008


Aniversario de Oesterheld

JUDITH GOCIOL

La historieta argentina tuvo a un artista que le dio palabras y a otro que le puso contraluces: hoy el guionista Héctor Germán Oesterheld -asesinado durante la dictadura, como sus cuatro hijas- cumpliría 80 años. Era de 1919, el mismo año que el dibujante Alberto Breccia, con quien llevó al género a su época dorada. Breccia, nacido en Uruguay y criado en Mataderos, murió en 1993.

En los años 50, la mitad de los ejemplares de revistas que se imprimían eran de historietas. Entre las cerca de 70 publicaciones nacionales que circulaban hubo dos que le dieron madurez al género: Hora Cero y Frontera, creadas por Oesterheld.

Fue justamente el guionista quien convocó al dibujante. "Hay un preciso momento en que -acaso sin saberlo- Breccia se sorprenderá buscando, dará un paso en una dirección cualitativamente diferente y, a los 40 años, abrirá una puerta definitiva. Es cuando tropieza con los textos de Oesterheld", indica Juan Sasturain en El domicilio de la aventura.

Los rasgos angulosos de Julio Luna resaltan en la oscuridad de esa secuencia de cuadritos maravillosa donde la llama de una vela es la única luz en la casa embrujada: el jubilado -y el lector- están en penumbras y ambos son salvados de la oscuridad por el detective Sherlock Time.

El innovador estilo de Oesterheld y Breccia comenzó a plasmarse en ese primer trabajo conjunto. Atmósferas fantasmagóricas, climas góticos y cuerpos tensionados a cargo del dibujante; valores como la amistad, el coraje, la lealtad desarrollados por el guionista.

Y sobre todo la muerte: Breccia se atrevió a darle trazo al abismo y Oesterheld a ponerle letra a lo impronunciable."Cansa tanto morirse. Y duele. Mucho", dice Mort Cinder, ese personaje que entra y sale del tiempo y de la vida. Un héroe imperfecto -como todos los del guionista- creado por la dupla en 1962, para Misterix.

Dibujante y guionista realizaron juntos, además, el breve y brillante policial duro Richard Long (donde Breccia aplica la técnica plástica del collage), una biografía del Che Guevara y las viñetas de Doctor Morgue, entre otros trabajos.

En 1957, Oesterheld publicó con Francisco Solano López la historia de El Eternauta: sobreviviente de una invasión extraterreste, Juan Salvo -un hombre de la clase media porteña- queda condenado a peregrinar eternamente por el tiempo.

Más de diez años después la revista Gente le encargó al guionista una segunda versión, que realizó con Breccia. La historieta fue levantada. No era el mundo entero el que se enfrentaba esta vez a los invasores: eran sólo los países latinoamericanos; las potencias habían pactado.

Con Oesterheld, la aventura dejó de ser una situación externa y fortuita. Más que a un enemigo, los personajes se enfrentan a ellos mismos, a sus conflictos internos, a sus propios dilemas éticos.

Breccia prestó su propia fisonomía al rostro del anticuario Ezra Winston -compañero de Mort Cinder- y trasladó los rasgos de Oesterheld al interlocutor de El Eternauta. Cómo este último, Oesterheld y Breccia están condenados a la eternidad.


Texto obtenido del diario Clarin

Nota publicada el Viernes 23 de julio de 1999


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